El Banco Central Europeo (BCE)
demostró de nuevo que estos no son tiempos para titubeos y decidió ampliar el
programa de compras de activos vinculado a la pandemia en 600.000 millones y
extenderlo al menos hasta junio de 2021 ante la revisión a la baja de la
inflación y el descalabro económico al que se enfrenta la zona euro.
Su presidenta, Christine Lagarde
sostuvo que el BCE está “completamente comprometido” en “hacer todo lo
necesario dentro de su mandato” para salir del bache.
La zona euro se halla en el peor
trimestre que haya registrado cualquier serie histórica desde el nacimiento del
proyecto europeo. La economía de los países de la moneda única se habrá
desplomado un 13% entre abril y junio. Y eso que, de momento, lo peor ha
pasado, por ahora. Porque las capitales no saben ni si habrá un segundo brote
ni si la vacuna llegará en un tiempo razonable. En el peor se los casos, la
economía podría despeñarse un 12,6%.
El BCE no quiere ningún paso en
falso durante la actual desescalada. A la espera de un gran plan de
recuperación comunitario, los países siguen endeudándose para afrontar el coste
de la crisis sanitaria, la factura de las prestaciones de desempleo o las
ayudas a sus empresas. Bruselas prevé, de momento, que la deuda vuele del 84,1%
al 102,7% del PIB en el conjunto de la zona euro.
Programas de compras de deudas
Adelantándose al resto de
instituciones europeas, Fráncfort lanzó el pasado mes de marzo el Programa de
Compras de Emergencia Pandémica (PEPP, por sus siglas en inglés), cargado con
una munición de 750.000 millones de euros. Durante la etapa de hibernación
económica, se emplearon 234.665 millones, el 31% del total.
La rapidez en gastar cartuchos
hizo temer a los mercados de que el programa no pudiera durar más allá de
otoño, a pesar de que el BCE había dado señales de que, si era necesario,
ampliaría el plan. Este jueves cumplió su palabra y acalló las dudas yendo más
allá de lo previsto por los analistas al recargar la bazuca con 600.000 euros
más.
En total, el programa de compra de
deuda tiene ahora una potencia de fuego de 1,35 billones de euros, que se irán
empleado hasta “al menos” junio de 2021 o, en cualquier caso, cuando el Consejo
de Gobierno del BCE juzgue que la pandemia ha acabado. A partir de entonces, y
hasta al menos hasta finales de 2022, los vencimientos de la deuda se seguirán
reinvirtiendo.
En la comparecencia posterior al Consejo de Gobierno del BCE, Lagarde justificó las medidas adoptadas en la necesidad de “apoyar la economía durante la reapertura gradual” y proteger “la estabilidad de precios a medio y largo plazo”.
Ante un desplome del PIB del 8.7%
en 2020 que tardará dos años en remontar y una inflación que a finales de este
año estará en el 0,3%, el BCE apuesta por otra oleada expansiva hasta haber
apuntalado de nuevo la economía europea. Además de incrementar la potencia del
PEPP, el BCE decidió seguir con el programa de compra de activos (APP, por sus
siglas en inglés), de 120.000 millones de euros, y mantener los tipos de
interés intactos.
“Independencia” del BCE
Lejos de dejarse amedrentar por la
sentencia del Constitucional alemán, Lagarde reivindicó en varias ocasiones la
“proporcionalidad”, la “eficiencia”, la “efectividad” o el “coste-beneficio” de
las medidas adoptadas en el Consejo del Gobierno de la institución.
Lagarde mantuvo este jueves la
misma actitud respecto a la sentencia de Karlsruhe que pone en cuestión el
programa de compra de deuda del BCE: dijo que la pelota estaba en el tejado del
gobierno y el parlamento alemán y no en el suyo. Eso sí, confió en que Berlín
lo resuelva respetando la “independencia” del BCE, la “supremacía” del Derecho
comunitario y la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE.
Las medidas del BCE dispararon la
cotización del euro frente al dólar y se trasladaron de inmediato a los
mercados de deuda. Italia y España, los dos países más afectados por la
pandemia, han sido hasta ahora dos de los más beneficiados por el PEPP. Y todo
indica que podrán seguir siéndolo.
Los analistas consideran que al
incrementar la potencia de fuego del PEPP y dejar intactos los tipos de interés
y otros programas, el BCE está haciendo una apuesta por un plan que destaca
sobre el resto por su “flexibilidad”. De hecho, Lagarde lo definió como
“temporal” y “orientado a objetivos” como “respuesta a la pandemia”.
“El PEPP sigue siendo una
herramienta temporal y bien dirigida que puede explotar toda la flexibilidad
posible en términos de tiempo, segmento de mercado y jurisdicción”, señala el
ex secretario del Tesoro italiano Lorenzo Codogno. “Si la situación empeora, el
BCE podría orientar las compras de deuda pública del PEPP hacia los países
periféricos europeos”, recuerda el analista de M&G Wolfgang Bauer.
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Fuente: Elpais.com